"Creo que mi hija pasa demasiado tiempo frente a la pantalla", me confesó una amiga hace poco mientras nos sentábamos en un restaurante con nuestras familias. Mientras hablaba, le dio una tableta a su hija pequeña, "solo para que los adultos puedan hablar". Lo entendí perfectamente. Yo también he hecho lo mismo, y sí, también me sentí culpable.
Pero como padre y educador, he profundizado en las investigaciones sobre el tiempo frente a la pantalla. Lo que descubrí es realmente tranquilizador. Con límites bien definidos y distinciones claras, el uso de la pantalla no tiene por qué ser algo a lo que temer, e incluso puede ser beneficioso.
¿Qué es realmente el “tiempo frente a la pantalla”?
El "tiempo frente a la pantalla" suele considerarse un término general, pero es demasiado vago. Hay una gran diferencia entre un niño que ve horas de videos en línea sin supervisión y uno que juega un videojuego apropiado para su edad con un hermano. Las pantallas pueden incluir la televisión, los videojuegos, las aplicaciones educativas, las plataformas de programación o las tareas digitales. El *tipo* de uso de la pantalla importa más que la *cantidad* de tiempo a solas. Los padres pueden ser más intencionales al preguntarse: ¿Qué está haciendo mi hijo y cómo interactúa con ello?
Cuándo el tiempo frente a la pantalla puede ser beneficioso
El uso de pantallas puede favorecer el aprendizaje, la creatividad e incluso la interacción social. Puede ser positivo cuando incluye:
- Aplicaciones educativas y plataformas de codificación
- Videojuegos interactivos apropiados para la edad, especialmente aquellos que involucran construcción o estrategia.
- Juegos jugados con hermanos o amigos.
- Juegos físicos como Wii Sports, que apoyan las habilidades motoras
- Películas o programas vistos juntos en familia
Cuándo se debe limitar el tiempo frente a la pantalla
La moderación es clave, especialmente para el uso pasivo o solitario de la pantalla. Debe limitarse cuando:
- Uso no interactivo (por ejemplo, ver programas o vídeos de YouTube solo)
- Actividades sin valor social ni educativo
Cuándo se debe evitar el tiempo frente a la pantalla
Los padres deben intervenir o restringir por completo el acceso a la pantalla cuando se trate de:
- Navegación por Internet o visualización de vídeos sin supervisión
- Juegos que no son apropiados para la edad o que involucran contenido violento
El costo oculto: lo que reemplaza el tiempo frente a la pantalla
El problema no es solo lo que hacen las pantallas, sino también lo que desplazan. Si los niños pasan todo el tiempo frente a las pantallas, no juegan al aire libre, no se mantienen físicamente activos, no socializan ni exploran su creatividad. Un día equilibrado podría incluir deportes, lectura, juegos imaginativos y, luego, algunos videojuegos o una película.
Durante aquella salida al restaurante, primero pasamos un rato jugando y leyendo con la hija pequeña de mi amiga antes de comer. Estaba alegre y participativa, y más tarde, cuando empezó a inquietarse, su madre le regaló la tableta: una solución perfecta. Las pantallas no tienen por qué sustituir el tiempo de calidad; pueden complementarlo si se usan con inteligencia.
Las ventajas a largo plazo del uso de pantallas
La tecnología no va a desaparecer, ni debería. Hoy en día, las pantallas no son solo dispositivos de entretenimiento; son herramientas para el aprendizaje, la investigación, la creatividad y la comunicación. Impedir que los niños las usen por completo puede limitar su acceso a un mundo de oportunidades. El objetivo debería ser capacitar a los niños para usar la tecnología de forma eficaz, segura y reflexiva.
El poder del modelo a seguir
Los niños imitan lo que ven. Si estamos pegados a nuestros dispositivos, pero les pedimos que los desconecten, el mensaje se pierde. Pero si demostramos hábitos intencionales —como dejar los teléfonos a un lado durante las conversaciones, interactuar directamente con ellos o establecer horarios sin pantallas durante las comidas—, nuestro ejemplo se convierte en la lección.
Incluso los pequeños cambios pueden marcar la diferencia. Suelo esconder el teléfono y coger un libro cuando mis hijos llegan a casa, y sí, se dan cuenta. Nuestro comportamiento es nuestra herramienta más poderosa como padres.
Reflexiones finales
Las pantallas de hoy son más interactivas, personalizadas y dinámicas que nunca. En lugar de prohibirlas por completo, deberíamos orientar a nuestros hijos con equilibrio, presencia y propósito. Con el enfoque adecuado, podemos criar usuarios de la tecnología seguros y conscientes, preparados no solo para consumir contenido, sino también para crear, cuestionar y liderar en un mundo digital.
Artículo adaptado de las reflexiones de un educador y académico internacional sobre desarrollo infantil.